Origen de los Alimentos



Cuando se trata de alimentos de origen animal, los daños medioambientales anteriormente citados hay que multiplicarlos de manera escandalosa.

Entre el 40 y el 60 % de las capturas pesqueras en Europa se descarta antes de llegar a tierra por tamaño, especies inadecuadas o por cuotas comunitarias, es decir millones de toneladas de peces que se devuelven muertos al mar.

La producción de un filete de carne libera en la atmósfera tanto dióxido de carbono como un coche en 40 kilómetros. 
Además, el alimentar con grano, soja y otros alimentos de origen vegetal a los animales que nos sirven de alimentos crea un despilfarro de comida enorme; por ejemplo: un cerdo de 90 kilos ha consumido 270 kilos de maíz y 45 kilos de soja. Con ese cerdo una persona se alimenta durante 50 días, con lo que el cerdo ha comido se podría alimentar durante 500 días. En general, el alimentar con plantas a los animales y después comer a los animales desperdicia el 90% de la energía que sería obtenida al comer las plantas directamente.

En la actualidad producir alimentos de origen animal significa contribuir, directa o indirectamente, con la 
explotación y el hambre en los llamados países del “tercer mundo”. En lugar de cultivar los campos para 
alimentar directamente a la población, lxs campesinxs de muchos de estos países son obligadxs y explotadxs 
para cultivar grandes cantidades de cereales destinados al cebamiento de animales en los países “desarrollados”.